Vivimos en tiempos inciertos. Noticias alarmantes, crisis económicas, enfermedades, traiciones, pérdidas… Pero en medio de la tormenta, hay una promesa que permanece: “Yo estaré contigo todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
La fe no es la ausencia del miedo, sino la decisión de confiar aunque haya temor. Es mirar más allá del problema y enfocarse en el Dios que tiene poder para cambiar cualquier situación. Pedro caminó sobre el agua mientras mantenía sus ojos en Jesús. Solo se hundió cuando comenzó a mirar el viento.
La clave está en lo que alimenta. Si alimentas tus pensamientos con noticias negativas, miedo y quejas, tu fe se debilitará. Pero si llenas tu espíritu con la palabra, la oración y la alabanza, tu fe crecerá como el roble.
En tiempos difíciles, no te pasillos. Conéctate con otros creyentes, escucha mensajes que edifiquen, y recuerda lo que Dios ya ha hecho por ti en el pasado. Él sigue siendo fiel.
Y por último, no olvides que la tormenta también pasará. Todo proceso tiene un propósito. Dios no solo te sacará de la prueba… te hará más fuerte a través de ella.